Dos hechos ocurridos en la cumbre de la CELAC en Santiago demuestran la nueva inteligencia que caracteriza la alta política latinoamericana en sus procesos de integración: la presidencia de Cuba y la exclusión temporera de Paraguay.
La primera demuestra un grado de madurez política-diplomática sin precedentes en la región y se basa en la combinación de una visión pragmática con el idealismo específico de la integración. Para una gran parte de los gobernantes y del pueblo latinoamericano, el sistema político cubano es criticable - y rechazable - por múltiples razones; esta evaluación no ha impedido ver al conjunto del cuerpo político regional que sus políticas de vivienda, salud, educación y alimentación, entre otras, garantizan al ciudadano cubano un nivel de vida superior al de gran parte de la población de otros estados considerados por la ortodoxia internacional como ‘democráticos y respetuosos de los derechos humanos’; la salud, la educación, la alimentación y la vivienda también son derechos humanos. En muchos otros estados de la región, las elecciones libres y la libertad de expresión, conviven con la absoluta indigencia, el analfabetismo, y las muertes por hambre para una parte de la población. El hecho es también relevante porque demuestra que se ha transcendido la subordinación diplomática a los EE. UU. (país que no tiene problema alguno en tener relaciones con China, igualmente unipartidista como Cuba, o ser aliado de la nefasta y antidemocrática Arabia Saudita).
La exclusión de Paraguay corresponde a no tolerar mas interrupciones del orden institucional, un tipo de situación que históricamente a afectado negativa mente la región. Paraguay no ha derivado en una dictadura, pero poco importa; la estabilidad política, la institucionalidad, son esenciales para el bienestar de la región.
La CELAC, un foro diplomático, por ahora solo puede dedicarse a crear actitudes - doctrinas; esto, aunque diste mucho de lo que la necesidad geopolítica demanda, no es algo menor, especialmente considerando el reciente estado previo de absoluta dependencia y descoordinación.
La primera demuestra un grado de madurez política-diplomática sin precedentes en la región y se basa en la combinación de una visión pragmática con el idealismo específico de la integración. Para una gran parte de los gobernantes y del pueblo latinoamericano, el sistema político cubano es criticable - y rechazable - por múltiples razones; esta evaluación no ha impedido ver al conjunto del cuerpo político regional que sus políticas de vivienda, salud, educación y alimentación, entre otras, garantizan al ciudadano cubano un nivel de vida superior al de gran parte de la población de otros estados considerados por la ortodoxia internacional como ‘democráticos y respetuosos de los derechos humanos’; la salud, la educación, la alimentación y la vivienda también son derechos humanos. En muchos otros estados de la región, las elecciones libres y la libertad de expresión, conviven con la absoluta indigencia, el analfabetismo, y las muertes por hambre para una parte de la población. El hecho es también relevante porque demuestra que se ha transcendido la subordinación diplomática a los EE. UU. (país que no tiene problema alguno en tener relaciones con China, igualmente unipartidista como Cuba, o ser aliado de la nefasta y antidemocrática Arabia Saudita).
La exclusión de Paraguay corresponde a no tolerar mas interrupciones del orden institucional, un tipo de situación que históricamente a afectado negativa mente la región. Paraguay no ha derivado en una dictadura, pero poco importa; la estabilidad política, la institucionalidad, son esenciales para el bienestar de la región.
La CELAC, un foro diplomático, por ahora solo puede dedicarse a crear actitudes - doctrinas; esto, aunque diste mucho de lo que la necesidad geopolítica demanda, no es algo menor, especialmente considerando el reciente estado previo de absoluta dependencia y descoordinación.